Estos días atrás hemos visto, a raíz
de un examen a maestros de la Comunidad de Madrid y la publicación de los resultados y
valoraciones mas o menos sesgadas, un debate sobre que tendría que prevalecer a
la hora de seleccionar a los maestros o profesores. Algunas comunidades
aprovechan para decir que modificarán el acceso dando prioridad a los conocimientos, y los sindicatos indican que es un golpe para los profesores interinos y una
forma de no valorarlos.
Lo primero que quizás deberíamos
tener en cuenta es la importancia que se da la formación de los profesores en
las distintas reformas educativas. Si analizamos el borrador o proyecto actual
de ley, o no hay o se pasa por encima. Se regulan las asignaturas, se modifica
todo lo anterior, pero parece ser que o se considera que la formación es la
correcta o que no corresponde en estas reformas entrar en ello.
Para poder realizar las
oposiciones de profesor de secundaria tras obtener la licenciatura
correspondiente, hay que realizar el Curso de Adaptación Pedagógica (CAP). Mi
valoración: un mero trámite que aporta poco o nada. Posteriormente viene la
oposición en la que básicamente se valora un temario de la especialidad a la
que te presentas y presentar una programación.
Por tanto, si la apruebas, la habilidad
o conocimientos para poder dar clase, enfrentarte a los problemas del día a
día, vendrán dadas más por la experiencia como alumno y luego con la práctica
diaria del trabajo. Realmente, mirándolo fríamente, ocurre para casi todos los
trabajos ¿se aprende en la universidad lo que luego necesitas para trabajar en
cualquier campo o no se diferencia mucho lo indicado para ser profesor con el
resto de profesiones?
Así que habría 2 aspectos que
valorar a la hora de seleccionar a un futuro maestro o profesor: los
conocimientos y la experiencia.
Cursando ahora Pedagogía, veo que
se hace mucho hincapié en el constructivismo y en la nueva visión de profesor.
Leo prácticamente en todas las asignaturas que hay una “transformación del rol
del profesor, de transmisor de información a diseñador de situaciones mediadas
de aprendizaje, de depositario de la información, a guía y orientador“
Desde mi punto de vista, o no
comprendo bien esto o debo estar muy equivocado ya que no se debería ser tan
rotundo.
El profesor si debe transmitir
conocimientos, y tiene que tener una
buena base. El que ahora tengamos acceso a multitud de información no tendría
que implicar un cambio tan radical, aunque obviamente si un cambio. Antes podíamos
tener profesores que sabían mucho y transmitían la lección, pero también te hacían
o debían de hacer pensar, saber porque eran las cosas y que indagases. Un
profesor de historia podía explicarte un periodo de tiempo y a la vez, darte
textos de esa época, que buscases información en la biblioteca sobre sus autores, que lo relacionases
con lo aprendido, que ampliases la lección con lo que te aportasen esos textos.
Lógicamente pocos o muchos, según la experiencia de cada uno, solo transmitían
y se quedaban allí. Pero eso era negativo tanto antes como ahora. Seguramente
ahora deberán ayudar más a que los alumnos sepan buscar información. Puede que
ese profesor de historia ya no tuviese que traer los textos sino de conseguir
que los alumnos los localizasen, discriminar la información que se encuentran,
trabajar sobre ella, pero no habría que quedarse ahí. Se debe tener
conocimientos y saberlos transmitir. Y también debe orientar a los alumnos para que creen conocimientos, a discriminar la información que reciben y de la que tiene acceso y servir como guía y diseñador de situaciones mediadas de aprendizaje. Una cosa no es incompatible con otra. La
sensación leyendo textos de pedagogía es que un pedagogo podría dar clase de
cualquier disciplina pues lo importante es enseñar a enseñar. Sobre esto
recomiendo un interesante artículo de Enrique Moradiellos
Pero cambiando el punto de vista
de la pregunta ¿un físico podría dar clase de física a cualquier alumno, sea
cual sea su edad o temario? Posiblemente tampoco y que también necesite una
formación que complemente su amplio conocimiento de la materia. Seguramente
esta formación sea ahora más necesaria que hace 20 años, pues tendrá que
conocer las facilidades (o a veces dificultades) que las TIC pueden aportar a
la labor como profesor. Por tanto abogaría por una formación complementaria al
acabar el grado o licenciatura correspondiente.
El otro punto es la experiencia.
Como he comentado antes, aquí se debe obtener gran parte de la formación para
saber como enfrentarse al día a día y ser mejor profesor poco a poco. Pero la
valoración de la experiencia no debe ser la equivalencia en años. Una oposición
no es más que la forma de seleccionar a los mejores para un puesto de trabajo.
La experiencia debería ser un examen perfecto para conocer la valía de alguien.
Ocurre lo mismo en cualquier trabajo: no se debería ascender directamente a
quien lleva más tiempo en la empresa, sino al más adecuado para un puesto y, ya
que se conoce a los empleados del día a día, debería ser más fácil el elegir
bien. Pero en nuestras oposiciones ¿Cómo valorar o cuantificar esa experiencia?
¿Cómo conseguir una valoración objetiva?