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viernes, 29 de marzo de 2013

CONOCIMIENTOS DEL PROFESOR


Estos días atrás hemos visto, a raíz de un examen a maestros de la Comunidad de Madrid   y la publicación de los resultados y valoraciones mas o menos sesgadas, un debate sobre que tendría que prevalecer a la hora de seleccionar a los maestros o profesores. Algunas comunidades aprovechan para decir que modificarán el acceso dando prioridad a los conocimientos, y los sindicatos indican que es un golpe para los profesores interinos y una forma de no valorarlos.

Lo primero que quizás deberíamos tener en cuenta es la importancia que se da la formación de los profesores en las distintas reformas educativas. Si analizamos el borrador o proyecto actual de ley, o no hay o se pasa por encima. Se regulan las asignaturas, se modifica todo lo anterior, pero parece ser que o se considera que la formación es la correcta o que no corresponde en estas reformas entrar en ello.

Para poder realizar las oposiciones de profesor de secundaria tras obtener la licenciatura correspondiente, hay que realizar el Curso de Adaptación Pedagógica (CAP). Mi valoración: un mero trámite que aporta poco o nada. Posteriormente viene la oposición en la que básicamente se valora un temario de la especialidad a la que te presentas y presentar una programación.

Por tanto, si la apruebas, la habilidad o conocimientos para poder dar clase, enfrentarte a los problemas del día a día, vendrán dadas más por la experiencia como alumno y luego con la práctica diaria del trabajo. Realmente, mirándolo fríamente, ocurre para casi todos los trabajos ¿se aprende en la universidad lo que luego necesitas para trabajar en cualquier campo o no se diferencia mucho lo indicado para ser profesor con el resto de profesiones?

Así que habría 2 aspectos que valorar a la hora de seleccionar a un futuro maestro o profesor: los conocimientos y la experiencia.

Cursando ahora Pedagogía, veo que se hace mucho hincapié en el constructivismo y en la nueva visión de profesor. Leo prácticamente en todas las asignaturas que hay una “transformación del rol del profesor, de transmisor de información a diseñador de situaciones mediadas de aprendizaje, de depositario de la información, a guía y orientador“

Desde mi punto de vista, o no comprendo bien esto o debo estar muy equivocado ya que no se debería ser tan rotundo.

El profesor si debe transmitir conocimientos, y  tiene que tener una buena base. El que ahora tengamos acceso a multitud de información no tendría que implicar un cambio tan radical, aunque obviamente si un cambio. Antes podíamos tener profesores que sabían mucho y transmitían la lección, pero también te hacían o debían de hacer pensar, saber porque eran las cosas y que indagases. Un profesor de historia podía explicarte un periodo de tiempo y a la vez, darte textos de esa época, que buscases información  en la biblioteca sobre sus autores, que lo relacionases con lo aprendido, que ampliases la lección con lo que te aportasen esos textos. Lógicamente pocos o muchos, según la experiencia de cada uno, solo transmitían y se quedaban allí. Pero eso era negativo tanto antes como ahora. Seguramente ahora deberán ayudar más a que los alumnos sepan buscar información. Puede que ese profesor de historia ya no tuviese que traer los textos sino de conseguir que los alumnos los localizasen, discriminar la información que se encuentran, trabajar sobre ella, pero no habría que quedarse ahí. Se debe tener conocimientos y saberlos transmitir. Y también debe orientar a los alumnos para que  creen conocimientos, a discriminar la información que reciben y de la que tiene acceso y servir como guía y diseñador de situaciones mediadas de aprendizaje. Una cosa no es incompatible con otra. La sensación leyendo textos de pedagogía es que un pedagogo podría dar clase de cualquier disciplina pues lo importante es enseñar a enseñar. Sobre esto recomiendo un interesante artículo de Enrique Moradiellos

Pero cambiando el punto de vista de la pregunta ¿un físico podría dar clase de física a cualquier alumno, sea cual sea su edad o temario? Posiblemente tampoco y que también necesite una formación que complemente su amplio conocimiento de la materia. Seguramente esta formación sea ahora más necesaria que hace 20 años, pues tendrá que conocer las facilidades (o a veces dificultades) que las TIC pueden aportar a la labor como profesor. Por tanto abogaría por una formación complementaria al acabar el grado o licenciatura correspondiente.

 


El otro punto es la experiencia. Como he comentado antes, aquí se debe obtener gran parte de la formación para saber como enfrentarse al día a día y ser mejor profesor poco a poco. Pero la valoración de la experiencia no debe ser la equivalencia en años. Una oposición no es más que la forma de seleccionar a los mejores para un puesto de trabajo. La experiencia debería ser un examen perfecto para conocer la valía de alguien. Ocurre lo mismo en cualquier trabajo: no se debería ascender directamente a quien lleva más tiempo en la empresa, sino al más adecuado para un puesto y, ya que se conoce a los empleados del día a día, debería ser más fácil el elegir bien. Pero en nuestras oposiciones ¿Cómo valorar o cuantificar esa experiencia? ¿Cómo conseguir una valoración objetiva?

 Por lo tanto, desde mi punto de visto, no habría que radicalizarse en ningún extremo. Para seleccionar un buen profesor tendría que valorarse 3 puntos: el conocimiento de su materia, formación encaminada a la enseñanza y experiencia.

 Un interesante debate sobre esto se ha abierto en el siguiente blog (muy recomendable su lectura siempre)

 Os invito a dejar vuestros comentarios, opiniones, críticas, experiencias, pues pueden ayudar a reflexionar sobre la formación del profesorado y la pedagogía.

 

domingo, 10 de marzo de 2013

SANTO TOMÁS DE AQUINO. LOS INICIOS DE LA ECONOMÍA EN LA EDAD MEDIA


Se suele considerar el inicio de la ciencia económica en el siglo XVIII y muchas veces a Adam Smith como su “padre”. Las grandes cuestiones de la economía son el análisis de la distribución de beneficios, la participación de los salarios, intereses y la renta de la tierra, en resumen la teoría del valor y la teoría de la distribución. Si vamos a épocas como las de la Edad Antigua o Media, con la esclavitud o el autoconsumo las anteriores cuestiones carecían de validez. En Roma y Atenas había mercado, pero poca actividad industrial en el sentido que hoy tiene. No existían salarios, intereses y por lo tanto tampoco podía haber teoría de los precios.
En la Edad Media el mercado era algo secundario, primaba el autoconsumo por parte de los campesinos.

Pero ¿Qué es la economía? La definición más extendida es la de la asignación eficiente de los recursos escasos. Otra que podemos citar sería de de Alfred Marshall en su Principles of Economics  que dijo “la Economía política estudia la humanidad en las actividades ordinarias de la vida”
Con estas definiciones, siempre hay economía y es algo que todos hacemos a diario. Debemos saber distribuir nuestros recursos escasos (nuestro salario, cada vez más escaso) de una manera eficiente. Además, no solo debemos referirnos a dinero. Podríamos pensar en el tiempo. ¿Cómo podemos aprovechar mejor las 48 horas de nuestro fin de semana? Es un recurso escaso y queremos aprovecharlo lo más posible, como diría un economista “maximizando nuestra utilidad”

Por todo ello, podemos pararnos en las ideas o planteamientos que hacían algunos filósofos tanto de la Edad Media o Antigua. Quizás si Adam Smith era el padre, ¿Por qué no podemos pensar en Santo Tomás de Aquino como “abuelo” de la economía?

Santo Tomás de Aquino (1225-1274) nacido en Italia y ciudadano Francés, figura del escolasticismo.

Sus doctrinas económicas podríamos fijarlas en 3 puntos:
    La propiedad privada.
    El precio justo.
     La prohibición de la usura.

 

    a)     La propiedad privada. Nos fijaremos sobre todo en la obra “Summa Theologica” y sobre todo en la sección “Tratado de Derecho”

Santo Tomás indica que la institución de la propiedad privada está de acuerdo con la ley natural y debe ser regulada por el gobierno. Afirma que el que posea algo tiene la obligación de compartir el uso de sus posesiones con los demás y que la propiedad comunal queda reservada para aquellos que desean llevar una vida de perfección.

La posesión de los bienes tiene 2 aspectos: 1º la adquisiciones y enajenación justificada por las razones dadas por Aristóteles (la regulación de la propiedad privada para la salvaguarda del estado) 2º el uso que se hace de ellos el propietario debe permitir a los demás que las compartan con él.

Con lo anterior se consigue la rehabilitación del hombre de negocios. San Agustín dijo que la avaricia y el fraude “son vicios del hombre y no de sus oficios, ya que pueden practicarse sin caer en aquellos” (pequeño inciso, leyendo este pensamiento, me vienen a la mente profesiones hoy mal consideradas y quizás no sean malas sino quienes las ejercen). Santo Tomás y los escolásticos ya no encontraban culpa en aquellas ganancias del mercader que pudieran interpretarse como un pago a su trabajo y gastos. Sus beneficios tienen 3 motivos justificados: el uso para su propio sustento, el uso para obras de caridad y la intención de realizar el negocio como un servicio que proporciona mercancías al público.


       b) El justo precio

En la Edad Media, la fijación competitiva de precios era algo excepcional. Había una parte superior a otra, por tanto más o menos podríamos considerarlo como un monopolio.

De esto surgió el plantearse la cuestión de la justicia del precio. Santo Tomás indicó “Respondo que es totalmente pecaminoso incurrir en fraude con el expreso propósito de vender un objeto por un importe superior a su justo precio… Vender algo más caro, o comprarlo más barato de lo que en realidad vale, es intrínsecamente un acto injusto e ilícito” (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, Cuestión 77)

Pero nunca definió la forma de determinar el justo precio. Consideraba que el justo precio era el precio en curso que prevalecería en un determinado lugar y en un tiempo dado que podía ser fijado aproximadamente por cualquier persona honesta. Habría que remitirse a la Biblia “Cuanto quisiereis que os haga a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos” (Mateo 7:12)

En la Edad Media se consideraba el sistema de precios como instrumento para estabilizar la distribución de los recursos productivos: si los productores no recibían un justo precio que cubriera tanto su trabajo como sus gastos no habría intercambio y la sociedad caería hecha pedazos.
 

 c)   El pecado de la usura.

La doctrina medieval igual el interés a la usura “Prestad sin esperanza de remuneración” (Lucas 6:35)
Se hizo distinción entre bienes consumibles y bienes no consumibles, y entre préstamo y arrendamiento. Una casa o terreno puede arrendarse debido a que su uso rinde un usufructo o beneficio. Por tanto, al arrendante le es lícito recibir no solo la devolución de lo arrendado, sino también una renta. No ocurre lo mismo por ejemplo con el alimento, los bienes consumibles son solo para eso, consumirlos. Si el que presta tales mercancías exige más de lo prestado está pidiendo algo que no existe. El dinero es un bien consumible, por lo que el que presta no debe recibir más de lo prestado.

Fuentes: El Desarrollo del Pensamiento Económico. Spiegel, H.W.

Historia de la Economía. John Kenneth Galbraith.

 
 

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