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viernes, 7 de junio de 2013

20 AÑOS SIN DRAZEN PETROVIC


        Creo que todos tenemos ídolos de pequeños. Solemos elegir deportistas, cantantes, actores,.. normalmente por su éxito, físico u otros motivos. A medida que nos hacemos mayores, dejamos de tenerlos, quizás porque vemos en ellos que tienen los mismos defectos que nosotros, quizás porque perdemos la ilusión que tenemos de pequeños. Ya en un artículo anterior hable de la influencia de los modelos que tomamos como referentes

Si yo tuviera que citar a mi ídolo sería el baloncestista Drazen Petrovic. Puede que por haber muerto joven, siga manteniéndolo como un ídolo, o quizás porque me fuera fijando poco a poco en otros valores como puede ser el trabajo, la constancia, la lucha aunque se tenga un talento superior a otros,.. Por ello y porque hoy hace 20 años que murió, me voy a salir un poco de la temática habitual del blog y dedicarle esta entrada a modo de homenaje.
Pongámonos un poco en situación. Son los años 80. Aunque hace poco de ello, había cosas muy distintas. No conocíamos internet, por lo que las noticias e información mediante imágenes la recibíamos únicamente por televisión, en la cual solo había 2 canales. Las repúblicas Yugoslavas y Soviéticas no se habían independizado, por lo que formaban 2 países.

A nivel de baloncesto, no existía la Euroliga, por lo que a la Copa de Europa solo acudía el campeón de cada país y permitía que las segundas competiciones (Recopa para los campeones de copa y Copa Korac para los mejor clasificados en las ligas) tuvieran buen nivel y fueran retransmitidas por televisión. La NBA era otra galaxia. Solo nos llegaban noticias cuando terminaba la liga e informaban del campeón. Poco a poco pudimos ir viendo un partido semanal la noche de los viernes, en un programa llamado cerca de las estrellas, bien denominado, pues sus jugadores nos parecían de otra galaxia, muy distinto a los de ahora, cuando su liga está formada por jugadores de muchos países.

Las grandes potencias en Europa eran la URSS y Yugoslavia. A principios de los 80 la generación Yugoslava que había logrado grandes resultados en los 70 empezaba a envejecer. Pero poco a poco nos llegaban imágenes de un joven espigado, con una gran mata de pelo rizado y que generaría, con su equipo la Cibona de Zagreb, una gran rivalidad con el Real Madrid.
 

En la temporada 85-86 se verían el Real Madrid y la Cibona en la fase de grupos de la Copa de Europa. En 2 partidos: 79 puntos de Petrovic. Para colmo, se vieron en la final disputada en Atenas. Allí el genio de Sibenik anoto 36 puntos para proclamarse con su equipo campeón de Europa. Sus canastas, sus botes entre las piernas y su puño en alta al volver a su canasta tras anotar, desquiciaron a sus rivales (Iturriaga, Del Corral,..). Empezaba a ser el enemigo público número 1 del madridismo.
Un año más tarde volvería a proclamarse campeón de Europa, esta vez ante el otro gran jugador europeo de aquella época: Arvidas Sabonis y su Zalgiris de Kaunas. Petrovic no haría un buen partido, pero su actitud en la cancha haría levantar las iras de los lituanos.

Estaba claro que la liga Yugoslava se le quedaba pequeña a nuestro Mozart y su marcha a un equipo con un mejor contrato en lo económico estaba al llegar. Todo apuntaba a que sería el FC Barcelona, para desgracia madridista. Pero salto la sorpresa y el Real Madrid pensó que si no podía con el enemigo mejor unirse a él, y así lo hizo. En el verano de 1988 Petrovic llegaba a la liga española para jugar en el equipo blanco. De odiado a ser el ídolo de la afición… durante 1 año.

Posiblemente el primer partido importante con el Madrid fue contra los Boston Celtics. Llegaron a Madrid los Boston como auténticas estrellas. Como he comentado, la NBA era otro mundo. Hoy en día la visita de equipos de la NBA ya se ve como algo corriente, pero por entonces no era habitual. El único enfrentamiento que podíamos ver era el recientemente creado Open McDonald’s donde se enfrentaban clubes europeos como uno de la NBA. Los Boston llegaban como estrellas del rock, recibidos en la Zarzuela,…  Y el Madrid no desentonó en un Palacio abarrotado.

El Madrid ganó la Copa del Rey y llegó el día que marcaría su estancia en su equipo: la final de la Recopa contra el Snaidero de Caserta. O quizás habría que decir de Oscar Schmidt, un brasileño que no era el más rápido ni el que más saltaba, pero ¡como tiraba! Y el duelo no defraudó. Los blancos ganarían en la prórroga. Petrovic anotó ese día 62 puntos y Oscar 44. Tras el partido Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid, empezaba a amar el baloncesto. Pero en algunos jugadores se veían caras de enfado y no era entre los perdedores. El principal Fernando Martín, otro ganador y con un ego equiparable al del por entonces yugoslavo. “Eran 2 egos extremos” dijo Biriukov recicientemente en Jot Down. El genio de Sibenik se quedó solo en el vestuario.
Llegó la final de la liga y la eliminatoria contra el Barcelona llegaría al 5º partido del que ya se ha hablado mucho: El Barça gana la liga de Petrovic, el colegiado Neyro como protagonista, el Real Madrid terminando el partido con 4 jugadores,…
El verano fue complicado. Petrovic quería salir y buscar mayores metas: la NBA. Como ya dije, era otro mundo y los jugadores de fuera de Estados Unidos tenían un protagonismo marginal. Tras muchas tiranteces y paso por los tribunales, Drazen logró la libertad y firmó por los Portland Trail Blazers. Siguió entrenando duro. A pesar de ser tan bueno, el mejor en Europa, cada día era el que más trabajaba en cualquiera de sus equipos. “Solo Rodman era tan trabajador como Petrovic” dijo Chuck Daly, que sería su último  entrenador en la NBA y que dirigiría el equipo USA en los juegos de Barcelona. A esto añadió trabajo en el gimnasio, imprescindible para enfrentarse a los “monstruos” de la NBA. Pero no consiguió hacerse hueco en Portland. En su puesto estaba un jugador importante Clyde Drexler que formaría parte del Dream Team unos  años más tarde. Pero llegó su momento. A mediados de la temporada 90-91 fue traspasado a New Jersey Nets. Posiblemente un paso atrás pues era un equipo con menos aspiraciones deportivas pero en la que tenía menos competencia. Y empezó a demostrar que tenía un hueco entre los mejores consiguiendo una media de 20 puntos por partido.

En los veranos el Mozart del baloncesto dominaba con Yugoslavia el baloncesto de selección. En el mundial del 90 se vería una de las mejores selecciones de baloncesto, dominando el campeonato y ganando claramente en semifinales a los universitarios americanos y en la final a la URSS. Llegó la independencia de su querida Croacia y en los juegos de Barcelona conseguirían la medalla de plata intentando plantar cara al, en mi opinión, mejor equipo de baloncesto de la historia, el verdadero Dream Team. Drazen demostraría que el también era un grande de la canasta.
 

En la temporada 92-93 aspiraba a jugar el All Star de la NBA, partido en el que juegan los mejores jugadores, seleccionados por aficionados y entrenadores. Hasta entonces ningún europeo lo había logrado, algo que ahora es habitual. Pero no lo logró y un alemán formado en Estados Unidos, Detlef Schrempf, sería el primer europeo. Una decepción para nuestro genio y sus aficionados. Con los Nets conseguía llegar a play off y entraría en el 3er mejor quinteto de la NBA.
Ese verano quedaba libre. ¿Dónde jugaría? ¿Continuaría en la NBA para seguir demostrando que tenía un hueco entre los más grandes o volvería a Europa donde los griegos parece que le bañarían en dracmas?

Su selección tenía ese verano una cita en Alemania, el Europeo para conseguir la primera medalla de oro para su joven selección. Tras los partidos de clasificación, su equipo cogía un vuelo para descansar un par de días en su país pero el decidió ir por carretera a Alemania con una amiga. Y llego el fatídico día, hoy hace 20 años.  Una carretera mojada, un camión, un accidente truncaron su vida cuando solo tenía 28 años ¿hasta donde hubiera llegado?  Creo que  siempre recordaré ese día y como me enteré de la noticia en la Instituto.
Quizás Petrovic esté allí arriba, jugando al baloncesto que era lo que más le gustaba, soñando con ser el mejor y trabajando. Puede que se encontrase con Fernando Martín e hicieran las paces, aunque en los partidos quieran siempre ganar, uno frente el otro y ser el líder y el mejor.
A nosotros nos quedará su trabajo, sus ganas por mejorar, el enseñarnos que aunque seas bueno o el mejor, o uno más, siempre hay que trabajar, mejorar, aspirar a hacerlo cada día un poquito mejor para poder conseguir tus objetivos. Sus defectos, los olvidaremos.
 
 

Solamente me queda por decir: Gracias por los recuerdos.

sábado, 1 de junio de 2013

LAS EXTERNALIDADES


Supongamos que vivimos en un pequeño pueblo y  ponemos flores a nuestra casa, de la que disfrutamos nosotros, pues la hace más agradable. Y algún vecino hace lo mismo. Gracias a eso, aparece por algún sitio de Internet o en algún periódico fotos del pueblo y la demanda de alojamiento en las 2 casas rurales que hay en la localidad crece, aunque sus propietarios no se hubiesen unido a la iniciativa de los vecinos. ¿Qué ha ocurrido? Que tendremos un ejemplo de externalidad positiva.
En economía una externalidad es cuando los costes o beneficios directos de una actividad no reflejan los costes o beneficios totales de dicha actividad. En nuestro caso, el beneficio directo nuestro al mejorar la decoración de nuestra casa es claramente inferior al beneficio total que genera en nuestro pueblo.

También puede darse en sentido contrario. Supongamos que cerca de nuestro pueblo hay un rio y la gente tanto del pueblo como los visitantes aprovechan para disfrutar paseando por su rivera, y comer en su agradable entorno. Un poco más arriba se instala una industria que empieza a verter residuos en el rio. Esto crea nos crea un coste: el rio se deteriora y deja de ser agradable su vista y el comer cerca de él. En cambio, la empresa no interioriza este coste, su coste individual es menor al total real. Tenemos una externalidad negativa.
 
¿Cómo solventar esto? Uno de los principales economistas que abordó este tema fue Arthur Pigou, quien indicó que era necesario introducir un impuesto que haría internalizar al causante del “daño” el coste que estaba generando. Con ello a lo que le cuesta producir a la empresa de nuestro pueblo se le suma el impuesto y esto sería igual a lo que le cuesta a la sociedad que la empresa produzca.

Posterior a Pigou, Ronald Coase plantearía otra solución a este problema mediante “el problema del coste social”: mediante negociaciones se puede resolver el asunto. La empresa negociaría con el pueblo y este último pagaría una cantidad a la empresa para que reduzca su contaminación. Con ello conseguiría que volviesen los turistas, más gente quisiera vivir en el pueblo,.. Si estos beneficios superan al pago realizado a la empresa, la localidad se habría visto beneficiada.
También se puede plantear al revés, y que la empresa abone una cantidad al ayuntamiento y este le permita seguir contaminando. Si lo que abona es superior a los beneficios que deja de tener por permitir la contaminación, la solución habrá sido beneficiosa para nosotros.

Para que esto se produzca los derechos de propiedad tienen que estar bien definidos, los costes de negociación ser bajos, y que todos tuvieran una correcta información. Por tanto ¿es posible la solución planteada por Coase para un bien público? Difícilmente, pues en estos no está definida claramente la propiedad. ¿Cómo negociar el mantenimiento del aire puro? Este es un bien del que no se puede excluir a nadie y que afecta a nivel mundial. Una de las soluciones que se han planteado son los “derechos de emisión” en el que se establecen unos límites para contaminar a las empresas. Aquellas que contaminan menos pueden vender sus derechos a aquellas que más lo hacen para poder sobrepasar el límite establecido.
¿Existen externalidades en la sanidad o educación? La respuesta sería afirmativa. Si conseguimos que una mayor parte de la población esté vacunada ante alguna enfermedad, todos se benefician, incluido los no vacunados, ya que también reducen su probabilidad de adquirir la enfermedad. Asimismo, que una sociedad esté bien formada es beneficioso para todos. Por tanto, el beneficio social es superior al individual. Por lo tanto, si tiene acceso a la sanidad y a la educación gente que no pueda hacer frente a su coste, el beneficiado no es solo él, sino toda la sociedad.
 

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