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viernes, 27 de septiembre de 2013

COMPETENCIA MONOPOLISTICA


Durante mis prácticas para obtener el CAP, al realizar una pregunta a un alumno sobre un tipo de mercado (creo que era el de las gasolinas) me indicó que no podía ser de competencia perfecta, pues no existía. Mi respuesta fue ¡Me has destrozado media carrera! Para analizar muchas situaciones, en economía se parte de la manida frase “Dando por supuesto que estamos en un mercado de competencia perfecta…” y nos quedamos más anchos que largos.
Pero ¿existe o no lo competencia perfecta? Los manuales la definen como aquel mercado en el que se cumplen las siguientes características:

-          Existe un número elevado de productores y consumidores, por lo que ninguno hace una influencia suficiente como para poder dictaminar por sí mismo el precio del bien.

-          El producto es homogéneo. Por tanto nos da lo mismo comprar el que ofrece un productor o el de otro.

-          Las empresas y los consumidores tienen información perfecta.

-          No ha barreras de entrada o salida. Si en un mercado se observa que se están produciendo unos altos beneficios, cualquier empresa podría entrar en él.

-          Movilidad perfecta de bienes y factores.

-          No hay costes de transacción
Analizando lo anterior ¿existe algún producto que cumpla todos los puntos? Seguramente podríamos quedarnos en los mercados de la agricultura, ganadería y poco más. Pensemos en las patatas, los tomates, la carne,…  Pero en el resto de bienes, puede ser difícil encontrarlo. Los productores tienden a diferenciar sus productos. Pensemos en los coches: no es lo mismo una marca que otra, por lo que el bien no es homogéneo. Además entrar en su mercado para un nuevo productor es difícil. En productos más de consumo diario ocurre lo mismo. En los refrescos ¿es lo mismo la Coca Cola que la Pepsi? O en cualquier conserva (atún, anchoas,..). Lógicamente no, cada uno preferimos una marca, y solemos comprar esa. Pero ¿Esto significa que tienen control sobre su precio? No. Si una de estas marcas subiese en exceso su precio, el consumidor se marcharía a otra similar, aunque no sea homogénea. Tiene cierto poder sobre el precio, pero no total.  Esto es lo que se conoce como competencia monopolística.

imagen de elporvenir.mx
En general suelen cumplir ciertos requisitos:
      -        Hay muchos productores. En caso de haber un número pequeño, podríamos encontrarnos ante un oligopolio.

-          Los productos que ofrecen no son iguales, existen ciertas diferencias entre sí.

-          Hay pocas barreras a la entrada y salida de productores.

-          Los productores tienen cierto poder sobre los precios.

Por tanto, en esta situación, de cara al consumidor no nos encontramos en la mejor situación. El precio suele ser mayor al que existiría en un mercado de competencia perfecta.
Los productores intentarán diferenciarse cada vez más del resto de competidores. Para ello podrán utilizar distintas armas: ofrecer mejor calidad, crear una imagen de exclusividad de su producto, influir a través de la publicidad,… con el fin de poder tener más poder sobre el precio de su producto, pues el consumidor lo notará como algo distinto y no le importará pagar más, antes que trasladar su demanda a la de un competidor.

A veces, un simple cambio de nombre o de imagen puede ser una estrategia para ganar consumidores.
The Wire. Temporada 2, capítulo 5
 

viernes, 6 de septiembre de 2013

MARTIN LUTHER KING Y ATTICUS FINCH


Durante estos días, se ha estado recordando con motivo de su 50 aniversario, el discurso que pronunció MartinLuther King al final de la marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad y conocido como “Tengo un sueño”. Lo que siempre me asombra de la situación relatada por Luther King en su discurso y de situaciones como la de Rosa Parks, mujer negra que se negó a ceder su asiento en un autobús público en 1955, es su cercanía a nuestros días. Era la segunda mitad del siglo XX y la segregación racial era común en un país como Estados Unidos.
Por suerte se ha avanzado en los derechos de las personas. Como en todo, la educación, los valores y el conocer estas situaciones, pueden ayudar a superarlo, mejorar y no repetirlo. Una acción que muchas veces se ha considerado para exponer estos momentos históricos, dialogar sobre ellos y conocer distintos puntos de vista, es el visionado de películas. Por ello hoy quiero hablar de una película muy utilizada para hablar del racismo y que además está considerada como una de las grandes del cine: “Matar a un ruiseñor” (To kill a Mockingbird) de Robert Mulligan.
 
                                            fotograma de la película "Matar a un Ruiseñor"

La cinta es de 1962, solo un año antes del discurso citado, y sitúa la acción en Alabama durante los años 30. Está basada en la novela homónima escrita por Harper Lee en 1960 y ganadora del premio Pulitzer. En la película, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado blanco que defiende a un ciudadano negro acusado de violar y agredir a una mujer blanca. Aunque quizás los verdaderos protagonistas (o cuanto menos coprotagonistas) sean sus dos hijos Jem (Philip Alford) y Scout (Mary Bradham). Desde sus ojos vamos viendo la vida en este pueblo, los prejuicios a los que se tienen que enfrentar en el colegio por defender su padre a un hombre negro, y las conversaciones que tienen con Atticus, quién está considerado por los estadounidenses  como el más grande héroe americano de su cine. Su integridad y los valores que quiere transmitir a sus hijos, seguramente sea lo que le hace merecedor de tal honorífico galardón.
Pero no solo por lo anterior merece la pena verla. Las interpretaciones (como siempre, se recomienda su versión original), los diálogos y  su guión, son argumentos suficientes para pasar dos horas disfrutando de un clásico del cine.
 

Os invito a dejar vuestros comentarios sobre la película o dejar títulos de temática similar.
 

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