Ya escribí hace tiempo sobre
Santo Tomás, definiéndolo como uno de los abuelos de la economía. ¿Podemos irnos más atrás
en el tiempo? Retrocediendo cuatro mil años, podríamos observar sociedades en
las que no existían monedas lo que hoy nos parece difícil de imaginar. Viendo
las dificultades que eso ocasionaba las sociedades fueron creando el dinero.
Para ello utilizaron mercancías que por su divisibilidad, durabilidad,
disponibilidad sin ser ilimitado y con gran aceptabilidad se convertían en herramientas
para el cambio. Estos bienes eran relativamente portátiles, fáciles de ocultar
y de negociar. A su poseedor le permitía elegir entre los distintos artículos
para comprar y facilitaba el comercio.
A la hora de abordar la
naturaleza de la economía, se ha ido considerando que respondía distintos
interrogantes. Los principales, siguiendo a Galbraith, son la determinación de
los precios de los bienes y servicios, los factores que conducen a un mejor o
peor funcionamiento económico del conjunto social, la distribución de los
resultados de las transacciones y el marco de referencia político y social más
amplio en el cual se desenvuelve toda la vida económica.
En Grecia y Roma estas cuestiones
no se formulaban. La actividad económica principal era la agricultura, la
unidad de producción el hogar y la fuerza de trabajo los esclavos. No existía
la actividad industrial que hoy conocemos ni el consumo de bienes actuales.
Podemos encontrar referencias a
algunos puntos que nos interesen en Aristóteles (384-322 a.C.), que los analiza
principalmente desde un punto de vista ético. El trabajo era desarrollado
fundamentalmente por esclavos, por lo que no existía el concepto de salario ni
por tanto plantearse como sería un salario justo. Al igual que vimos en Santo Tomás, condena la usura y el cobro
de los intereses. Puesto que no existía inversión en bienes de capital, los
préstamos eran dados principalmente para consumo. Y el cobro de intereses es
criticado por nuestro autor “La forma más odiada de lucro y con toda razón, es
la usura… Pues la moneda se ha hecho para el intercambio, pero no para la
acumulación mediante el interés” (Política, Libro I) Por lo tanto, tiene un
planteamiento similar al que veríamos en la Edad Media siglos más tarde. ¿Qué pensarán
los paisanos de Aristóteles estos días sobre los intereses y los préstamos?
Tampoco se analizarían los
precios ni su establecimiento. Puesto que estos tienen como una de las bases
principales sus costes de producción y recordamos que la producción era llevada
principalmente por esclavos. Aristóteles también condena el lucro y las
personas que buscan las actividades únicamente como medio de hacer dinero. Pero
no ello no le lleva a estar en contra de la propiedad privada, más bien al
contrario pues estaba inequívocamente favorable a la propiedad y al interés
personal.
Platón (428-348 a.C.) basa su
análisis principalmente en un Estado que surgía principalmente como una entidad
económica y al frente sitúa a los custodios quienes llevarán una vida de
renuncia ascética y no tienen derecho a poseer más bienes que los
indispensables, hallándose sus ingresos limitados a lo rigurosamente necesario
(vamos, lo contrario de hoy). Al contrario de Aristóteles, abogaba por una
ética comunista.
Fuente: Historia de la Economía, John Kenneth Galbraith, Ariel Sociedad
Económica (Octava edición, 1998)
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