Las nuevas tecnologías y en
especial las nuevas formas de comunicarnos y de poder crear y acceder a
información están cambiando muchos aspectos de nuestra vida. Todo aquello que
no utiliza esta tecnología se considera antiguo y parece que lo que si la usa
es nuevo y beneficioso. Lo estamos viendo en la cultura, en la forma de
relacionarnos, en la educación,…
Uno de los campos que podemos
poner como ejemplo es en el periodismo. Los formatos tradicionales están
atravesando una grave crisis y el modelo de información en internet parece no
estar claro. El cobrar por el acceso genera dudas y pocos medios la llevan a
cabo, algunos incluso retrocedieron. Habiendo tanta competencia gratuita ¿la
gente pagará por acceder aunque le ofrezcas mejor calidad? ¿Valoramos las
noticias por el trabajo que lleva un artículo o más por lo llamativo de su
titular y leemos la noticia por encima?
Recientemente ha terminado la
última serie de televisión creada por Aaron Sorkin.
En “The Newsroom” nos enseña el día a día de un programa nocturno de noticias.
Aunque con más altibajos que en El ala Oeste de la Casa Blanca
tiene algunos diálogos interesantes para reflexionar sobre las noticias que
interesan a la gente y a las cadenas emitir o sobre el impacto de las nuevas
tecnologías en la profesión del periodista.
Como ejemplo de estos diálogos citaré
dos que se desarrollan en el cuarto capítulo de la tercera y última temporada.
En el primero de ellos Chalie Skinner, un veterano director de noticias, conversa
con Lucas Pruitt un joven millonario que quiere adquirir la cadena de
televisión para la que trabaja Skinner, McAvoy (presentador) y MacKenzie McHale
(la realizadora del programa)
Lucas Pruit: Los libros son el nuevo arte, ¿no crees?
Charlie Skinner: Sí. No. No tengo ni idea de lo que hablas.
L.S. Ya no los necesitamos, pero son bonitos
C.S. ¿No necesitamos libros?
L.P. No en papel. Te enviaré un Kindle, abuelo Joe. Te gustará.
(…)
Will McAvoy. Espera, creo que hemos empezado mal. Lucas, tenemos
natural curiosidad por tus planes para la cadena.
L.P. ¿Y si te dijera que podéis ser la primera cadena de noticias y
de paso transformar el mundo?
C.S. ¿Cambiarlo a qué?
L.P. A un sitio donde la gente diga cosas irritantes y sarcásticas
como esa.
W.M. Creo que debemos mejorar nuestra forma de hablarnos cuanto
antes.
(…)
L.P. Voy a inyectar a ACN decenas de millones de dólares nuevos en
el presupuesto. ¿Cómo suena eso? Voy a hacer que los jóvenes vean las noticias para que tengan futuro y no
acaben como vosotros. La búsqueda de noticias
y los telediarios tendrán tentáculos en cada esquina de internet. Interactividad,
podcasts, streaming, Tumblr, Facebook, Twitter. Haremos que nuestra audiencia sean
reporteros de campo a través de Instagram, Vine, Snapchat y los blogs. ¿Me
siguen?
Nuestros usuarios se convertirán
en la audiencia y nuestra audiencia se convertirá en colaboradores. Ese es mi
plan.
C.S. La verdad, me impresiona
tu indiferencia ante el talento, la experiencia y las credenciales. Y supongo
que la ausencia de las palabras verdad, confianza y profesionalismo en tu
declaración de objetivos ha sido un descuido.
Tu desprecio por el segundo
puesto parece contradictorio, ya que
crees que el mejor periodismo lo hace cualquiera con un teléfono y el tiempo
que se tarde en escribir "fallo épico".
Y como anciano, siento más respeto por los jóvenes de 25 años que usted, porque no creo que sus cabezas
vayan a explotar si dejas de ser condescendiente con ellos durante una hora
cada noche y les dices qué coño ocurre en sus vidas y tal vez incluso en las
vidas de los otros.
L.P. Sobre ese púlpito creo que escasea el aire, porque está
delirando, señor.
C.S. Si es así, pienso quedarme como dice y desde luego mi cadena también seguirá así. Tenemos un
problema entre usted y yo. Buenas noches.
En el segundo diálogo que
extraigo, Jim Harper, un joven periodista pero que se quiere mantener fiel al
periodismo “tradicional” discute con su pareja, Hallie Shea, quien trabaja para
una página de internet y donde cobra por el número de visitas que accedan a sus
publicaciones. Acaba de subir un artículo en el que detalla parte de su vida y
una discusión que acababan de tener ambos:
Hallie Shea. Entiendo que
quieras insultarme ahora, pero no es lo
que he hecho. Escribir sobre los medios, o de la élite de Nueva York, narrar historias con
las que se identifiquen los lectores no impide en absoluto que se cubra Siria, Afganistán
y Washington. Hay corresponsales en el
extranjero, corresponsales de deportes, corresponsales de moda.
Jim Harper. Y una
corresponsal insoportable. ¿Envidiosa de las élites neoyorkinas? Hay tienes
material:
¿Una estrella de cine fue a un
acto para recaudar fondos para el medio ambiente y llegó en un jet privado?
Toma ultraje de pacotilla. ¿Tienes la impresión de no haber dado la talla?
Por la presente, declaro que los aficionados
son una gente formidable y los profesionales son una cosa de hace 20 años. Pero en vez de profesionales, diré
los viejos medios, y en vez de Jim, diré Tim porque soy Hallie Shea, una gran
corresponsal para Que Te Jodan y he decidido convertirme en una estrella.
H.S. ¿Estás borracho?
J.H. ¿Te expusistes con el tuit de Boston para que no levantar
sospechas o para que nuestros enemigos supieran que estabas disponible?
H.S. ¿Sabes lo que estás diciendo?- ¿Nuestros enemigos?
J.H ¿Y tú?
H.S. Voy a quedarme en mi casa esta noche.
¿Te importa si te digo algo? Tú
problema no es conmigo y no es con la web. Es con la audiencia. No te gusta que
les guste lo que les gusta porque necesitas gustarle y eso no es diferente...
J.H. No me importo una mierda yo mismo, ni tampoco gustar a la
gente o si me siguen, o si me hacen sus amigos, o ser tendencia. Simplemente es
horrible.
H.S. Temes las nuevas tecnologías.
J.H. Emito una señal al espacio exterior cada noche. No me da miedo
tu Samsung Galaxy. ¿Qué más tienes?
H.S. Quiero participar de la revolución digital. Quiero ser parte
de...
J.H. ¡Dios mío! No me refiero al aparato. Solo dime que sabes que es cierto.
Por favor. Por favor. Al menos dímelo. Avísame cuando superes esta chorrada de
la revolución digital... No estamos sujetos a las corporaciones empresariales,
ni siquiera a las reglas del buen gusto. Dime, por favor, que sabes que todo lo
que hiciste fue tener una pelea con tu novio y airearlo en público. Porque conozco
a traficantes de drogas y no fingen vender medicamentos.
Sí, estoy borracho. Te echaré de
menos.
H.S. Vas a echar de menos muchas cosas, Jim.
Si tenemos una pizarra
electrónica pero solo la usamos para proyectar un PowerPoint, o si tenemos
ordenadores para los alumnos y lo único que hacen es buscar en google un
término y copiar y pegar la primera información que sacan ¿Qué diferencia hay
respecto a que el profesor escriba con la tiza en una pizarra o que el alumno
copie sin prestar atención lo que dice una enciclopedia de un término en
concreto?
En todo, en la educación, a la
hora de informarnos, cuando queremos acceder a la cultura, miremos más allá del
envoltorio. No por poder acceder a cientos de páginas de noticias desde un
ordenador estamos más informados que antes, no por tener más dinero para
ordenadores en una escuela su formación será mejor, o no por tener en nuestro
disco duro miles de canciones tenemos más cultura musical que nuestros padres
con nuestra edad.
Todo esto no significa una
crítica total a la tecnología. Creo que tenemos unas posibilidades magníficas
para ser los más informados y aprovechar ello en nuestro beneficio, pero
tenemos que saber dirigir nuestra “nave estelar” hacia algún buen lugar.
Os invito a dejar vuestros
comentarios. ¡FELIZ AÑO!
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