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sábado, 3 de enero de 2015

LO NUEVO Y LO ANTIGUO


Las nuevas tecnologías y en especial las nuevas formas de comunicarnos y de poder crear y acceder a información están cambiando muchos aspectos de nuestra vida. Todo aquello que no utiliza esta tecnología se considera antiguo y parece que lo que si la usa es nuevo y beneficioso. Lo estamos viendo en la cultura, en la forma de relacionarnos, en la educación,…
Uno de los campos que podemos poner como ejemplo es en el periodismo. Los formatos tradicionales están atravesando una grave crisis y el modelo de información en internet parece no estar claro. El cobrar por el acceso genera dudas y pocos medios la llevan a cabo, algunos incluso retrocedieron. Habiendo tanta competencia gratuita ¿la gente pagará por acceder aunque le ofrezcas mejor calidad? ¿Valoramos las noticias por el trabajo que lleva un artículo o más por lo llamativo de su titular y leemos la noticia por encima?

Recientemente ha terminado la última serie de televisión creada por Aaron Sorkin. En “The Newsroom” nos enseña el día a día de un programa nocturno de noticias. Aunque con más altibajos que en El ala Oeste de la Casa Blanca tiene algunos diálogos interesantes para reflexionar sobre las noticias que interesan a la gente y a las cadenas emitir o sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la profesión del periodista.
Como ejemplo de estos diálogos citaré dos que se desarrollan en el cuarto capítulo de la tercera y última temporada. En el primero de ellos Chalie Skinner, un veterano director de noticias, conversa con Lucas Pruitt un joven millonario que quiere adquirir la cadena de televisión para la que trabaja Skinner, McAvoy (presentador) y MacKenzie McHale (la realizadora del programa)

Lucas Pruit: Los libros son el nuevo arte, ¿no crees?
Charlie Skinner: Sí. No. No tengo ni idea de lo que hablas.

L.S. Ya no los necesitamos, pero son bonitos
C.S. ¿No necesitamos libros?

L.P. No en papel. Te enviaré un Kindle, abuelo Joe. Te gustará.
(…)

Will McAvoy. Espera, creo que hemos empezado mal. Lucas, tenemos natural curiosidad por tus planes para la cadena.
L.P. ¿Y si te dijera que podéis ser la primera cadena de noticias y de paso transformar  el mundo?

C.S. ¿Cambiarlo a qué?
L.P. A un sitio donde la gente diga cosas irritantes y sarcásticas como esa.

W.M. Creo que debemos mejorar nuestra forma de hablarnos cuanto antes.

(…)
L.P. Voy a inyectar a ACN decenas de millones de dólares nuevos en el presupuesto. ¿Cómo suena eso? Voy a hacer que los jóvenes  vean  las noticias para que tengan futuro y no acaben como  vosotros. La búsqueda de noticias y los telediarios tendrán tentáculos en cada esquina de internet. Interactividad, podcasts, streaming, Tumblr, Facebook, Twitter. Haremos que nuestra audiencia sean reporteros de campo a través de Instagram, Vine, Snapchat y los blogs. ¿Me siguen?

Nuestros usuarios se convertirán en la audiencia y nuestra audiencia se convertirá en colaboradores. Ese es mi plan.
C.S. La verdad,  me impresiona tu indiferencia ante el talento, la experiencia y las credenciales. Y supongo que la ausencia de las palabras verdad, confianza y profesionalismo en tu declaración de objetivos ha sido un descuido.

Tu desprecio por el segundo puesto parece contradictorio,  ya que crees que el mejor periodismo lo hace cualquiera con un teléfono y el tiempo que se tarde en escribir "fallo épico".
Y como anciano, siento  más respeto por los jóvenes de  25 años que usted, porque no creo que sus cabezas vayan a explotar si dejas de ser condescendiente con ellos durante una hora cada noche y les dices qué coño ocurre en sus vidas y tal vez incluso en las vidas de los otros.

L.P. Sobre ese púlpito creo que escasea el aire, porque está delirando, señor.
C.S. Si es así, pienso quedarme como dice y desde luego mi  cadena también seguirá así. Tenemos un problema entre usted y yo. Buenas noches.
 
 

 
En el segundo diálogo que extraigo, Jim Harper, un joven periodista pero que se quiere mantener fiel al periodismo “tradicional” discute con su pareja, Hallie Shea, quien trabaja para una página de internet y donde cobra por el número de visitas que accedan a sus publicaciones. Acaba de subir un artículo en el que detalla parte de su vida y una discusión que acababan de tener ambos:

Hallie Shea.  Entiendo que quieras insultarme ahora, pero  no es lo que he hecho. Escribir sobre los medios, o de  la élite de Nueva York, narrar historias con las que se identifiquen los lectores no impide en absoluto que se cubra Siria, Afganistán y Washington.  Hay corresponsales en el extranjero, corresponsales de deportes, corresponsales de moda.
Jim  Harper. Y una corresponsal insoportable. ¿Envidiosa de las élites neoyorkinas? Hay tienes material:

¿Una estrella de cine fue a un acto para recaudar fondos para el medio ambiente y llegó en un jet privado? Toma ultraje de pacotilla. ¿Tienes la impresión de no haber dado la talla?
Por la presente, declaro que los aficionados son una gente formidable y los profesionales son una cosa de hace 20 años. Pero en vez de profesionales, diré los viejos medios, y en vez de Jim, diré Tim porque soy Hallie Shea, una gran corresponsal  para Que Te Jodan  y he decidido convertirme en una estrella.

H.S. ¿Estás borracho?
J.H. ¿Te expusistes con el tuit de Boston para que no levantar sospechas o para que nuestros enemigos supieran que estabas disponible?

H.S. ¿Sabes lo que estás diciendo?- ¿Nuestros enemigos?
J.H ¿Y tú?

H.S. Voy a quedarme en mi casa esta noche.
¿Te importa si te digo algo? Tú problema no es conmigo y no es con la web. Es con la audiencia. No te gusta que les guste lo que les gusta porque necesitas gustarle y eso no es diferente...

J.H. No me importo una mierda yo mismo, ni tampoco gustar a la gente o si me siguen, o si me hacen sus amigos, o ser tendencia. Simplemente es horrible.
H.S. Temes las nuevas tecnologías.

J.H. Emito una señal al espacio exterior cada noche. No me da miedo tu Samsung  Galaxy.  ¿Qué más tienes?
H.S. Quiero participar de la revolución digital. Quiero ser parte de...

J.H. ¡Dios mío! No me refiero al  aparato. Solo dime que sabes que es cierto. Por favor. Por favor. Al menos dímelo. Avísame cuando superes esta chorrada de la revolución digital... No estamos sujetos a las corporaciones empresariales, ni siquiera a las reglas del buen gusto. Dime, por favor, que sabes que todo lo que hiciste fue tener una pelea con tu novio y airearlo en público. Porque conozco a traficantes de drogas y no fingen vender medicamentos.
Sí, estoy borracho. Te echaré de menos.

H.S. Vas a echar de menos muchas cosas, Jim.

 Creo que de estos diálogos podemos extraer temas para discutir sobre lo nuevo y lo antiguo. Llevándolo al terreno de la educación, creo que nos fijamos demasiado en lo tecnológico que está dotado un centro o un aula para ver si es mejor o peor que otro centro. Como diría Jim Harper “No me refiero al aparato”. Cuando un ministro o el director de un centro quiere alabar lo adelantado que está un centro nos contará el número de ordenadores por alumno que tiene o que todas las aulas tienen pizarra electrónica, pero pocas o ninguna vez citará el uso que se le dé o la formación que se imparta a los profesores para sacar un eficiente uso de esta tecnología.

Si tenemos una pizarra electrónica pero solo la usamos para proyectar un PowerPoint, o si tenemos ordenadores para los alumnos y lo único que hacen es buscar en google un término y copiar y pegar la primera información que sacan ¿Qué diferencia hay respecto a que el profesor escriba con la tiza en una pizarra o que el alumno copie sin prestar atención lo que dice una enciclopedia de un término en concreto?
En todo, en la educación, a la hora de informarnos, cuando queremos acceder a la cultura, miremos más allá del envoltorio. No por poder acceder a cientos de páginas de noticias desde un ordenador estamos más informados que antes, no por tener más dinero para ordenadores en una escuela su formación será mejor, o no por tener en nuestro disco duro miles de canciones tenemos más cultura musical que nuestros padres con nuestra edad.

Todo esto no significa una crítica total a la tecnología. Creo que tenemos unas posibilidades magníficas para ser los más informados y aprovechar ello en nuestro beneficio, pero tenemos que saber dirigir nuestra “nave estelar” hacia algún buen lugar.

 

Os invito a dejar vuestros comentarios. ¡FELIZ AÑO!

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