En una ciudad existe una
arquitecta, que trabaja como autónoma, y que es excelente en su profesión.
Tiene una gran demanda y por tanto su salario por hora es bastante alto dentro
de los de su profesión. Pero además es una máquina también como secretaria.
Cuando su secretaria falta es capaz de atender las llamadas y gestionar las
mismas en un tiempo inferior a su ayudante o cuando tiene que pasar a limpio un
informe, su manejo del ordenador la permite hacerlo en tiempo record. En base a
esto ¿debería prescindir de su secretaria y hacer todo ella? La respuesta es
no. Nuestra arquitecta obtendrá más beneficio si se centra en aquello para lo
que es mejor, para aquello en lo que un economista dirá que presenta una “ventaja
comparativa” respecto a su secretaria.
En esto se basa David Ricardo
(1722-1823) para hablar de las ventajas del comercio internacional. Nuestro
economista de hoy nació en Londres hijo de agente de bolsa judío. Con su boda
se convirtió al cristianismo y esto le alejo de su familia. Se instaló por su
cuenta en el negocio bursátil consiguiendo grandes ingresos y permitiéndole irse
retirando gradualmente. A los 27 años se encontró con la obra de Adam Smith y
su obra fue una reacción al sistema elaborado por el autor de la riqueza de las
naciones. Ricardo a partir de una proposición evidente continuaba razonando
hasta llegar a una conclusión plausible e inevitable. Redujo el sistema
económico a unas pocas variables y a partir de allí realizaba sus conclusiones.
De sus teorías económicas
dejaremos para otro día sus ideas sobre las rentas, la producción o los
salarios, pues es una larga historia. Hoy hablaremos del mercado internacional.
Su interés se centra en las ventajas que obtienen los distintos países a partir
del comercio internacional.
Al igual que nuestro ejemplo de
la arquitecta, en nuestro ejemplo partiremos de la producción de 2 bienes y 2 países,
teniendo uno de ellos una mejor producción por hora de ambos bienes. David
Ricardo ponía el siguiente caso:
producto
|
Inglaterra
|
Portugal
|
1 unidad de paño
|
100 hombres
|
90 hombres
|
1 unidad de vino
|
120 hombres
|
80 hombres
|
Por tanto, para producir una
unidad de paño Inglaterra necesitaba el trabajo de 100 hombres y de 120 hombres
para una unidad de vino. En cambio Portugal tiene ventaja absoluta en la
producción de ambos bienes. Necesita menos hombres (90 frente a 100) para
producir paño y también en vino (80 frente a 120)
Sin comercio una unidad de paño
vale 90/80=9/8 unidades de vino en Portugal, y en Inglaterra 100/120=5/6, por
tanto más barato. Si un inglés vende paño preferirá venderlo en Portugal que en
Inglaterra pues le darán más por ello. Por tanto Inglaterra se especializará en
paño y Portugal en vino. Si vamos al caso extremo en que solo producen aquello
para lo que tienen ventaja comparativa comparemos cuanta mano de obra
necesitamos para producir 4 unidades
SIN
COMERCIO
| ||
paño
|
vino
| |
Inglaterra 1 unidad
|
100
|
120
|
Portugal: 1 unidad
|
90
|
80
|
TOTAL
|
190
|
200
|
CON
COMERCIO
| ||
paño
|
vino
| |
Inglaterra 2 unidades
|
200
|
0
|
Portugal: 2 unidades
|
0
|
160
|
TOTAL
|
200
|
160
|
Por lo tanto con comercio
necesitamos 360 hombres (200+160) para producir 2 unidades de paño y 2 de vino
mientras que sin comercio son necesarios 390 (190+200)
El intercambio de ambos bienes se
producirá a un precio entre los 5/6 y los 9/8 vistos anteriormente, en los que
ambos países pueden compartir ganancia.
Veamos las fronteras de
Posibilidades de Producción. Este gráfico nos muestra los bienes que puede
producir cada país. Crearemos 2 líneas por países: con y sin comercio para el
trabajo de 600 hombres:
Vemos que han pivotado y desplazándose
hacia arriba, lo que significa que cada país podrá llegar a una combinación de
bienes mayores con comercio a sin comercio.
Como hemos dicho en la breve
introducción a David Ricardo, en sus teorías a veces se reduce el sistema a muy
pocas variables. En este caso vemos que solo tiene en cuenta el factor trabajo
como único medio de producción y que es homogéneo.
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